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viernes, 25 de septiembre de 2009

2.- La obra de la creación.

El primer día dijo Dios: “Sea hecha la luz”. Y la luz quedó hecha Después separó la luz de las tinieblas: a la luz le dio el nombre de día y a las tinieblas el de noche.

El segundo día hizo el firmamento, que llamó cielo.

El tercer día reunió las aguas que cubrían la superficie de la tierra y formó con ellas el mar, después apareció el suelo árido, al que llamó tierra. A su mandato se cubrió la tierra de plantas y árboles de toda especie.

El cuarto día hizo Dios los astros que brillan en el firmamento, entre ellos el Sol, globo inmenso de luz que alumbra el mundo presidiendo durante el día, y la Luna para que alumbrara y presidiera durante la noche.

El quinto día creó los monstruos marinos, los reptiles acuáticos y las aves, a los que luego bendijo, diciendo: creced, multiplicaos y llenad las aguas del mar, y multiplíquense las aguas sobre la tierra.

El sexto día dijo Dios: produzca la tierra animales vivos de toda especie, y en seguida aparecieron en la tierra animales de muchas formas.

Dios dijo después: hagamos al hombre (1) a imagen y semejanza nuestra (2), para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre toda la tierra y cuantos animales se mueven sobre ella. Formó el cuerpo del hombre de barro y limo de la tierra, e inspiró en su rostro un soplo de vida, es decir, le dio un alma inmortal y racional.

El primer hombre se llamó Adán, que quiere decir hecho de tierra roja.

Después de haber creado todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo, el Señor los puso ante Adán, para que viese cómo había que llamarlos, y Adán dio a cada uno de ellos un nombre, que designaba su naturaleza y sus propiedades.

(1) Esta manera de hablar indica claramente que varias personas en Dios.

(2) El hombre es la imagen de Dios, sobre todo por su alma dotada de memoria, entendimiento y voluntad.

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