Dios colocó a Adán y Eva en un jardín delicioso, llamado comúnmente Paraíso terrenal o Edén, donde se hallaban reunidas todas las riquezas y todos los encantos de la naturaleza.
El Señor dios a nuestros primeros padres el goce de esa deliciosa mansión; mas, a fin de probar su fidelidad, les impuso una prohibición, diciéndoles: Podéis comer de los frutos de todos los árboles del Paraíso, pero en cuanto a los del árbol de la ciencia del bien y del mal, que está en el centro del Paraíso, no los toquéis, porque de lo contrario moriréis.
El Señor dios a nuestros primeros padres el goce de esa deliciosa mansión; mas, a fin de probar su fidelidad, les impuso una prohibición, diciéndoles: Podéis comer de los frutos de todos los árboles del Paraíso, pero en cuanto a los del árbol de la ciencia del bien y del mal, que está en el centro del Paraíso, no los toquéis, porque de lo contrario moriréis.
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