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domingo, 2 de mayo de 2010

7.- Caída del Hombre.

Si Adán y Eva hubieran respetado esta prohibición, habrían sido completamente felices durante su vida en la tierra, y, sin pasar por las angustias de la muerte, hubieran ido después a gozar eternamente en el cielo de la vista de Dios, su Padre y Creador.
Pero envidioso el demonio de la felicidad de nuestros primeros padres, resolvió hacérsela perder (1). Oculto bajo la forma de una serpiente, acercóse a la mujer y le dijo: ¿Porqué no coméis de todos los frutos de este jardín? Respondióle Eva: Comemos frutos de todos los árboles; pero Dios nos ha prohibido, bajo pena de muerte, que toquemos el árbol de la ciencia del bien y del mal. No moriréis, repuso el demonio; al contrario. el dia en que comáis de ese fruto se abrirán vuestros ojos, y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal (2).
Eva tuvo la desgracia de dar crédito a estas pérfidas palabras, fijó sus miradas en el fruto y, encontrándolo hermoso a la vista, juzgó que debería ser de un sabor exquisito; tómolo, pues, comió de el, dándole después a Adán, el cual también comió.
Más, apenas hubieron cometido tal desobediencia, conocieron la enormidad de su delito y fueron a ocultarse.


(1)

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